Hace dos meses, Netflix había apostado todo a su consagración como reina del streaming de la mano de “Emilia Pérez”, pero terminó siendo la gran derrotada en la gala de los Oscar del domingo. La plataforma tiró la toalla cuando fue arrasada por un doble tsunami: los viejos tuits xenófobos de Karla Sofía Garzón y la reacción de la comunidad mexicana (con notorio poder en Hollywood) a cómo muestran su país en pantalla.

Que Garzón no haya pasado por la alfombra roja puede ser entendido incluso como un cuidado para ella para evitar repudios o sobreexposición. Pero no pudo eludir la ironía del conductor Conan O’Brien cuando le dijo que, si iba a tuitear sobre la ceremonia, recordase que él era “Jimmy Kimmel”, su archirrival en la pantalla del late night norteamericano, para quedar lejos del foco. Los peores augurios se comenzaban a confirmar desde temprano.

Pero ni en la más profunda pesadilla Netflix pensó que atravesar su calvario le implicaría perder incluso en la categoría que pensaba segura para el filme. La estatuilla para mejor producción internacional fue para la tragedia brasileña “Aún estoy aquí”, mostrando que los años de sangre y plomo de las dictaduras latinoamericanas siguen siendo motivo de guiones importantes (hace dos años lo fue con “Argentina 1985). El filme llegaría a la plataforma Mubi, cuya expansión es innegable y que ya cuenta en su listado con “La sustancia”; y está en AppleTV.

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Esa caída libre de la N roja fue inversamente proporcional con el crecimiento descomunal de Amazon Prime Video, que se reservó para su servicio varios de los títulos premiados, como la gran ganadora “Anora” (con cinco estatuillas), “Un completo desconocido”, “Cónclave” y “El brutalista”, con Adrien Brody vencedor por su intensa composición como László Tóth, que algunos descalifican como “El pianista 2” (su discurso de agradecimiento fue muy extenso y por momentos confuso); esta última realización podría llegar a la pantalla de Max por el acuerdo de HBO con la productora A24, del mismo modo que lo haría la letona “Flow”, que desbancó a Disney en el terreno de la animación y dejó sin chances a “Robot salvaje”.

La bofetada que faltaba llegó en el logrado y simpático número musical dedicado a la saga de James Bond. Los derechos sobre el personaje fueron recientemente comprados por Amazon, que lo relanzará para las nuevas generaciones (hay temores fundados de los puristas de que se dejen de lado los aspectos centrales en una revisión íntegra del espía más famoso del mundo).

Emoción sin política

Se esperaba que fuese una noche atravesada por la política, pero lejos estuvo de serlo. No hubo mención explícita alguna sobre Donald Trump, ni siquiera en el premio a mejor protagónico donde figuró Sebastian Stan por “El aprendiz” (la biopic sobre los orígenes empresariales del hoy presidente, también en Amazon).

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“No other land”, vencedor en largometraje documental, sirvió para hacer presente la tragedia palestina que se vive en los territorios ocupados por Israel. “Hace dos meses me convertí en padre y espero que mi hija no tenga que vivir la misma vida que yo estoy viviendo, siempre con miedo”, dijo el director palestino Basel Adra; “Vivimos en un régimen donde yo soy libre y él está bajo la fuerza militar. Debemos encontrar una solución donde hayan derechos para ambas personas”, completó su par israelí, Yuval Abraham, en las antípodas del discurso Trump, pero sin mencionarlo. El filme no tiene distribución por streaming.

Sus principales rivales eran “Porcelain War” (ganadora del Gran Premio del Jurado en Sundance en 2024), sobre la guerra en Ucrania justo cuando seguía la repercusión de la ofensiva filípica de Trump a Volodomir Zelenski en la Casa Blanca; y “Banda de sonido para un golpe de Estado”, del cineasta belga Johan Grimonprez, sobre el envío de músicos famosos al Congo por parte de Estados Unidos en la década del 60, con miembros de la CIA en la delegación y para organizar el derrocamiento y muerte de Patrice Lumumba. Nada cómodo para el poder.

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Por el contrario, la gala optó por la emoción, con el previsible homenaje a los bomberos que lucharon para apagar el fuego que arrasó parte de Los Ángeles (el toque de humor fue cuando uno de los jefes lamentó la pérdida de las casas de los productores de “Joker 2”, en referencia a la pésima taquilla de la película) o a los fallecidos, empezando por Gene Hackman y con imperdonables olvidos, un clásico de todos los años.

En ese toque al corazón, fue entrañable el regreso al escenario para el cierre de la fiesta de Meg Ryan y Billy Crystal, merecidamente definido por O’Brien como “el mejor host de los Oscar”, 35 años después de su última labor en ese rol. Se lo extraña.